sanar tu autoinmune
Descripción de la publicación.
¿Sanar tu autoinmune o sólo gestionar “la enfermedad”?
Vos marcas la diferencia.
Escrito por: Lic. Juan Cruz Cúneo
Equipo de Autoinmunes en la Mujer.
Hay una diferencia muy clara entre buscar sanar o sólo gestionar la “enfermedad”. Son dos caminos por completo distintos. Es cierto que, hasta ahora, la Medicina sólo habla de poder “gestionar la enfermedad” o los síntomas con una idea muy pesimista de no retorno a un estado de salud ni nada parecido; hay otro camino y este Equipo de Autoinmunes en la Mujer lo construye con cada una. No es cierto que sólo se puede gestionar el malestar, el dolor o el sufrimiento; no es cierto que deben quedarse en esa instancia porque no hay nada más para hacer. Una autoinmune es el reflejo de una forma de vivir, de sentir, de pensar y de vincularse; es una manera en la que muchas mujeres han crecido, les han enseñado y así lo van repitiendo de lidiar con sus emociones, de tramitar lo que les sucede, de “defenderse” como pueden.
Algo ha cambiado y mucho. Porque no es cuestión de llegar a un diagnóstico que, de por sí ya es doloroso e impacta emocionalmente, sino que se trata de ver e ir más allá; o más acá en realidad, hacia adentro y hacia afuera, hacia lo que sucede cerca y cómo se vive en una. Tal vez nunca se lo preguntaron, sabemos que los médicos y los profesionales no indagan en las historias personales, pero nada aparece porque sí en el cuerpo. Y ya es tiempo de dejar de subestimar al mundo psicoemocional y al impacto de las relaciones y los vínculos. Entendemos que, tal vez para algunas sea más cómodo una medicación (o varias) que hacerse preguntas, pero esa es la enorme diferencia que hay entre gestionar tu “enfermedad” o buscar el camino de sanarte.
Lo autoinmune tiene un camino para hacerse, un recorrido importante del cual siempre se gana, en mejoría, en comprensión, en entendimiento; en cambios si es que una se anima, si es que se lo permiten; si es que de verdad quieren salir de la situación en la que están y empezar a elegir una mejor vida, con calidad, con disfrute, con una perspectiva diferente y con una autenticidad que estaba pendiente hasta ahora.
Gestionar los remedios, los horarios, los turnos y los estudios se convierte en una forma de vida, que transforma la que tenían en eso, una rutina que gira alrededor de la ¿“enfermedad”? ¿del dolor? O ¿del profesional?. Una vida que se convierte en estar pendiente de los resultados del laboratorio, en cada consulta, en las palabras que diga el profesional. Lo que da una sensación de ser ajena a la propia vida, de ya no ser dueña de nada. Vivir con esa sensación de angustia provocada por la incertidumbre y la desconfianza hacia el propio cuerpo. Donde todos los días son un esfuerzo y las ganas se van licuando, se van agotando, van desapareciendo. Una vida donde la pregunta de “si vale la pena así” va ganando protagonismo; donde los otros se van alejando o se los siente lejanos porque ya no comprenden lo que pasa, no se pueden poner en el lugar ni entender como el dolor va agotando las fuerzas.
Sanar no es un camino milagroso, tal vez la palabra más adecuada no sea “sanar” porque tiene una connotación un tanto “mágica” y el camino del que nosotros hablamos de “mágico” no tiene nada. Tal vez el término adecuado sea “apropiarse” de lo que les está pasando, volver a ser dueñas de su destino, de sus días, de sus elecciones y decisiones; sabiendo que se puede cambiar todo lo que está al alcance. Para lo cual hay que perderle el miedo al cambio, no se trata de coraje, se trata de saber lo que una quiere y las ganas reales que tiene de eso. “Apropiarse” significa volver a tomar las riendas y comprender, entender y saber el por qué de cada síntoma, de cada dolor, de cada crisis o recaída, y de cada mejora y evolución. Es saber que hay mucho para hacer y que el Destino no está sellado por la autoinmune ni su evolución negativa; es ponerse de pie con la vida y hacerse cargo de lo que ha sucedido, para elegir qué es lo que va a suceder de acá en adelante.
Es un camino de trabajo personal, es un recorrido que si o si deja aprendizajes y enseñanzas, deja más conciencia y entendimiento; pero más que nada va dejando atrás al dolor y al sufrimiento, al cansancio y al agotamiento y transforma cada uno de los síntomas en una ganancia, en crecimiento y en maduración. Sienten más alivio y, más que nada, más libertad porque empiezan a darse cuenta que las ataduras no eran reales y que el cuerpo no era traicionero, sino un gran aliado que ha soportado mucho de lo sufrido por otros, en esas relaciones difíciles de tantos años.
Apropiarse es adueñarse de lo que les pasa, para cambiarlo por lo que quieran.
Es mucho, muchísimo más que sentarse a gestionar “una enfermedad” esperando que todo se ponga peor.
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