los sintomas cuentan verdades
Descripción de la publicación.
Los Síntomas cuentan verdades silenciadas.
Y dolores guardados.
Autoinmunes en la Mujer
Escrito por: Juan Cruz Cúneo.
La realidad del “enfermar” es que todo comienza allí afuera, en los vínculos, con el otro, en los otros. Los síntomas no son las cualidades propias de una enfermedad como si fuera una entidad autónoma; son verdades silenciadas y dolores vinculares y emocionales guardados. Nos cuesta aceptarlo, nos puede doler admitirlo, pero es una verdad que debemos empezar a asumir si queremos sanar; si quieren empezar el camino de la remisión.
Un síntoma es la expresión de la identidad y de la esencia que rechaza aquello que se ha metido en el cuerpo y con lo que está luchando, para defender el espacio propio, para proteger a la identidad, para recuperar el territorio personal. Y sacar al afuera lo que no le pertenece. Cuando el cuerpo interviene es porque ya estamos en la última línea de fuego. Cuando los síntomas son corporales, el daño ha llegado profundo. Ya ha atravesado al mundo psicoemocional y llegó a las entrañas, literalmente. Se ha metido en la sangre, en los órganos, en las glándulas; en lo profundo del sistema digestivo o respiratorio; ha llegado a calar en los huesos, a dañar las articulaciones; a sangrar por los poros.
El daño que los otros hacen, en la historia de estas mujeres, es muy profundo. Y les sucede desde muy temprano. Muchas veces no lo ven, o no lo quieren ver, porque se trata de seres queridos, de personas que aman, por quienes dan la vida y lo están haciendo. Pero el dolor del cuerpo les habla. Denuncia. Reclama. Puja por externalizar una verdad que se ha sepultado, sin querer; porque no había otro camino; porque el silencio era una forma de vida, o de supervivencia.
El daño entra profundo porque, además, es cotidiano. Desvaloriza. Denigra. Violenta, invade. No es simplemente un insulto o un gesto de enojo; es la intención de que duela, de lastimar, de dejar una marca que deje una lección, para que no vuelva a pasar. Las personas que lastiman, que hacen daño, buscan eso. Dejar una huella. Y la dejan, son las cicatrices o son los síntomas. A esta altura, termina siendo sinónimos.
Por eso la importancia de los síntomas y sus mensajes, porque cuentan verdades. Esas verdades silenciadas que se convierten en secretos a viva voz, en el propio cuerpo. Son denuncias hacia el otro, hacia esa persona cercana que desde su distancia y frialdad ha lastimado tanto. Los síntomas le hablan al otro de lo que ha hecho. Y de sus consecuencias. Por eso incomodan, por esto muchos familiares los niegan o prefieren desestimarlos; porque los cuestionan. El síntoma interpela y esa es u gran misión. Y este es el motivo por el cual no debe ser silenciado, una vez más, porque es silenciar la voz de esta mujer que se anima a denunciar a su atacante, a su historia, a sus secretos mal guardados en el cuerpo porque no los quiere llevar más.
El día que aparece el síntoma es el día del hartazgo, es el día del “hasta acá llego”, es el día en que el cuerpo y toda la identidad tuya pide un cambio. Te lo pide a vos. Lo mismo cuando vuelve un dolor, sos vos a través de tu cuerpo que te estás pidiendo hacer las cosas de otra manera. Y duele porque externaliza tu dolor. Tensiona o presiona porque así te sentís en realidad y no te animas a decirlo o no podes decirlo porque le temes a las consecuencias.
Si podes decodificar el tipo de dolor en tus síntomas vas a poder empezar a comprender el dolor que tenes en tu alma, en tu mundo psicoemocional; que se ha producido en tu espacio vincular, en alguna relación con los demás.
Tu mapa está escrito en tu cuerpo. La guía sos vos misma si te animás a empezar el cambio.
Si te animas a hacer escuchar tu voz, para lo cual, sos la primera que debe escucharse.
Los síntomas cuentan verdades silenciadas y guardan dolores callados.
Hasta que vos lo decidas.