la sobre adaptacion
Descripción de la publicación.
La sobreadaptación al caos.
La trama autoinmune.
Autoinmunes en la Mujer
Escrito por: Juan Cruz Cúneo.
Se sobreadaptan al caos, pero no se dan cuenta. Está naturalizado. Crecieron allí. Lo respiraron desde el primer día y lo sienten en el cuerpo. El problema es que, por eso, creen que es interno, que es propio. Y así crecen, creyendo que son ese caos para luego pensar que es el cuerpo el caótico. Un entramado que se construye tan temprano que no se reconoce como ajeno.
En el ambiente, las emociones son un caos. Los gritos y las peleas, o los silencios que aterran. Las miradas, las pocas palabras. Nadie que explique. Nadie que ordene lo que esa niña está sintiendo. Algunas creen que crecieron en un ambiente familiar tranquilo y sereno, posiblemente ellas hayan naturalizado el caos emocional, el cual no siempre se expresa a los gritos ni con los platos volando. Una madre deprimida, otra que le cuenta los secretos de la pareja de padres; otra que se apoya en la niña para contener sus emociones; otra que es autoritaria enmascarada en el amor incondicional hacia su hija; otra que esconde su violencia detrás de la limpieza mientras esos ojos pequeños sienten la descarga, sin saber lo que está sintiendo.
La trama autoinmune se establece desde muy temprano, mucho antes que aparezca el psiquismo y que la identidad pueda forjar sus fronteras y sus defensas. Ya el cuerpo está sintiendo y como lo siente adentro, se lo apropia. De adultas les sucede lo mismo, la lógica aprendida indica que si lo siento en el cuerpo es mío; pero no siempre es así. Tantas veces provienen de afuera, pero la naturalización de esa trama las lleva a apropiarse de lo ajeno, de las emociones caóticas del otro. Y son caóticas porque lo desbordan y por eso las externaliza, por eso se las saca de encima. No las tolera, la complican o la desordenan; y la hija siempre está allí. La pareja siempre está dispuesta, porque no sucede sólo en la trama vincular madre e hija.
Bajo esa premisa de sentirlas dentro, entonces son propias, se esfuerzan. Y se sobreadaptan. Continúan con sus vidas, con el día a día, con la vida cotidiana. Pero a diferencia de otras personas, no las dejan a un costado, las depositan en el cuerpo. Y aparecen los síntomas. La sobreadaptación implica una sobreexigencia fuertísima, hacer mucho esfuerzo bajo las reglas del “deber ser”, la responsabilidad y las obligaciones; como si no hubiera otra realidad posible. Algunas confunden “ayudar” con “hacerse cargo” y la diferencia les puede salvar la vida o llenarla de síntomas, porque son formas y conceptos muy distintos. El posicionamiento frente a lo que sucede y sus emociones es completamente diferente; tanto como sentir que son responsables del caos o ser quienes ayudan y aportan.
Crecer en una trama vincular de estas características es muy complejo y las hace ser “sobrevivientes” sin saberlo. No es fácil hacerse cargo de las emociones de otro u otros en la familia y cargarlas como si fueran propias; encima hacer síntomas desde muy temprano y crecer con la etiqueta de “enfermizas” cuando son las que salvan al sistema y lo equilibran; cuando son quienes sostienen la vida de sus madres creyendo que son dependientes, mientras no ven la dependencia de ellas.
Se esfuerzan y, por eso, la mayoría tiene como síntoma principal al agotamiento, al debilitamiento y al cansancio; pero la spbreadaptación las lleva a continuar, la autoexigencia las critica y la anulación del registro interno se va incrementando para sostener al resto (desde lo emocional, lo afectivo, lo vincular, lo económico) y como sucede muchas veces, haciéndose cargo de todo.
Son las grandes resolutivas de la familia y, paradójicamente, las más desvalorizadas. Así es la trama que produce síntomas y una dinámica autoinmune. Así sobrevivien, crecen y se desarrollan; sin saber dónde están metidas hasta que empiezan a abrir los ojos, poner los filtros y diferenciarse.
La sobreadaptación al caos emocional de los otros y la confusión interna con el caos propio, del cuerpo, de los síntomas, del adentro.
El orden empieza en la diferenciación.
Dejan de sobrevivir, para empezar a vivir sus vidas.