la peligrosidad no reconocida de las situaciones
Descripción de la publicación.
AMILOIDOSIS AL
La peligrosidad no reconocida de las situaciones
Escrito por Juan Cruz Cúneo
Fundación APH
Área de Innovación: Enfermedades poco frecuentes
Las personas que tienen el diagnóstico de Amiloidosis AL tienen una particularidad, entre muchas, y es que su capacidad resolutiva está acompañada del no reconocimiento de la “peligrosidad de las situaciones o personas”. Y esto les genera una disminución en la actividad de las defensas, particularmente, del sistema inmunológico que necesita estar activo para contrarrestar los efectos de la enfermedad y, valga la redundancia, la peligrosidad de ella.
No son personas “naif”, todo lo contrario, y suelen tener una muy buena percepción para identificar personas y reconocerlas, pero el reconocimiento de la peligrosidad es diferente. Uno puede darse cuenta que, por ejemplo, una persona es mala o agresiva o que tiene intenciones negativas pero la “peligrosidad” es el registro de que “esa persona o sus acciones” me ponen a mí en peligro, que implican un riesgo para mi persona o mi identidad. No alcanza con “darse cuenta” para activar las defensas, se tienen que activar el “registro de la peligrosidad” para que mis defensas accionen, se reactiven y me preserven.
Algunas mujeres con Amiloidosis AL, en cambio, entienden (según sus propios parámetros de efectividad y funcionalidad o eficiencia) que esa “situación difícil” hay que resolverla y la transforman en un “desafío”, donde deberían reconocerla como “peligrosa”. ¿El efecto? Es que no activan las defensas para protegerse de las consecuencias ni del daño que les ocasiona, solo se enfocan en resolver, en tomar la decisión necesaria, pero no se preservan; entonces, no evalúan el daño posible para su persona o integridad; no pueden medir el costo ni los efectos posteriores. Las defensas no accionan para protegerlas y, tampoco, actúan más tarde sobre el daño que les ha ocasionado.
Son personas muy eficientes para resolver problemas, conflictos, situaciones difíciles, para tomar decisiones que no cualquiera podría; justamente porque no reconocen la peligrosidad. Son esas personas que si tienen que salvar a un gatito de la cornisa, van a ser las primeras en hacerlo, sin medir la peligrosidad de estar en un piso cuarenta. Encima, como les sobran capacidades y recursos, tienen ese halo de omnipotencia; pero en realidad, es esa inconsciencia de peligrosidad la que les permite accionar de esta forma. Incluso, para tomar decisiones difíciles, son las mejores y lo hacen con mucha naturalidad, pero no miden el impacto emocional, por ejemplo, o el psicológico ni sus consecuencias.
La relación con la Amiloidosis AL tiene una doble vertiente. La primera es que el daño interno en los órganos se va produciendo, precisamente, por esta acumulación de emociones ajenas debido a las situaciones que enfrentan a diario; el no registro de la peligrosidad les impide levantar las defensas para atenuar ese impacto; y el daño se va acumulando internamente, en el cuerpo, en los riñones y en el corazón principalmente. La segunda vertiente, es que siempre están por detrás de los acontecimientos. En ellas la palabra “prevención” no existe en su diccionario y la anticipación está al servicio de la eficiencia y no del cuidado (personal). Por lo cual, son excelentes para resolver crisis (de la enfermedad) pero no lo son tanto para cuidarse y evitar los daños o trabajar la “peligrosidad en sí misma” del hecho de tener esa enfermedad. Como son las mejores para resolver problemas, cuando están bien hay un dejo de “negligencia”, de “achanchamiento” del cuidado; pero cuando algún valor de los análisis ha salido mal, de inmediato se ponen en acción para revertirlo.
El registro de la “peligrosidad” de las situaciones o personas es la manera de preservarnos del daño de aquello que identificamos como nocivo, sin esperar a que nos afecte. Es una función preventiva y se enfoca en las causas, en las razones, no espera los motivos.
En las mujeres con este diagnóstico, es una función psicoemocional-defensiva que está anulada para ser más efectivas y resolutivas; sin medir las consecuencias personales.
Lamentablemente, no son las únicas que anulan esta función clave.