la niebla mental
Descripción de la publicación.
La niebla mental.
Un síntoma del esfuerzo en las Autoinmunes.
Escrito por: Lic. Juan Cruz Cúneo.
Equipo de Autoinmunes en la Mujer.
Otra vez más nos encontramos con un síntoma que no se corresponde con “la enfermedad” sino con el enorme esfuerzo mental que hacen a diario las mujeres que tienen estos diagnósticos. No hay explicación desde lo biológico para esta particular vivencia ya que su origen se encuentra en el embotamiento de los pensamientos, en la imparable actividad mental, en el poco descanso ya que no paran de pensar y por las defensas que actúan de una determinada manera. La niebla mental producto de la maraña cansada de pensamientos genera ese efecto desagradable, incómodo y agotador de no tener más energía en la mente. La cabeza pesa, no se puede enfocar la atención, la concentración cuesta un gigante esfuerzo; la memoria no retiene y las palabras se empiezan a trabar. Se pierde la fluidez y aparece ese agotamiento mental que no se recupera con el dormir. En algunas, la vivencia se transforma en autocastigo, en baja autoestima, creen que es torpeza y empiezan a cuestionar sus propias capacidades; claro, la autoexigencia sigue allí y no da tregua tampoco.
Queremos explicarles la fuente originaria de la niebla mental porque se puede revertir. No es un síntoma adherente, no es que es parte de la “enfermedad” y se queda para siempre porque les dijeron que era crónica. Tampoco es un síntoma de origen físico, pero si alcanza al cuerpo y el agotamiento se siente. El principio está en los pensamientos, en esa mente inquieta que no se percibe como tal hasta que aparecen las consecuencias. Ese enlentecimiento del pensar, ese embotamiento de las ideas que se traduce en una opresión en la frente, pesan los ojos, es como si la frente se derrumbara sobre los ojos y todo pesa. Las ideas van y vienen en un torbellino que es habitual, así trabajan, así viven, así descansan (sin descansar) hasta que en un momento empieza a nublarse el pensamiento y las ideas no son claras. Quieren pensar pero sienten que no pueden, quieren acelerar el proceso pero todo va cada vez más lento. No se dan cuenta pero el agotamiento mental, el psicológico, se hace presente como un síntoma del exceso de actividad y un alerta del no descanso.
¿Por qué se produce? Hay un embate interno constante entre las ideas, las decisiones y las defensas. Hay una confrontación entre la autoexigencia y las capacidades; hay una marea que va y viene porque las defensas retienen las reacciones, entonces aparece la duda que se hace cada vez más intensa, entonces van para un lado, para el otro; se autoexigen que deben poder, aparece el miedo que lo frena todo; se enojan porque no pueden, se frustran porque ya no saben lo que quieren. Se recriminan porque “debería ser fácil” y todo cuesta. La nube se expande hacia otras áreas, empieza a tomar la vida cotidiana, las tareas simples o en el trabajo. La duda siembra inseguridad. Todo esto son pensamientos que no paran, mientras consumen energía y agotan.
Cuando las corrientes de pensamiento chocan entre sí, porque se quiere una cosa y la opuesta a la vez, se neutralizan y la decisión se vuelve casi imposible. Pero en esa neutralización hay esfuerzo, se genera tensión, entonces cansa. Pero hay que seguir, entonces hacen más esfuerzo. Mientras, cuestionan sus capacidades. Y también, están los síntomas que se vienen arrastrando y con ellos todas las consecuencias del diagnóstico, la pelea interna porque el profesional dijo que” se lo generaron a sí mismas”; los efectos secundarios de la medicación; las confusiones diagnósticas sobre la ansiedad o el ataque de pánico que en su mayoría están mal diagnosticadas.
Agotadas mentalmente no se puede así. La memoria no retiene y las palabras no se pueden decir porque la memoria de evocación falla; en realidad está lidiando con todo lo que ha pasado porque la atención está puesta en lo diario, mientras que la concentración está en el fondo del adentro, con lo emocional, con el sufrimiento, con el dolor. Allí están concentradas, en la identidad, tratando de preservarla y sobrellevando lo que sienten: lo emocional.
La neblina mental se despeja cuando hay calma y se recupera el orden interno; dejando afuera a los demás y a la autoexigencia, para poder ordenar las prioridades siendo fundamental que se puedan ocupar de ustedes mismas primero; lo cual les cuesta porque se sienten, tal vez, egoístas o individualistas; o porque ya están enojadas por las pocas cosas “que hacen” en relación a todo lo que hacían.
Empatía con ustedes mismas, esa es la clave del cambio.