la clave autoinmune
Descripción de la publicación.
¿Por qué los anticuerpos se activan con las emociones?
La clave autoinmune.
Escrito por: Lic. Juan Cruz Cúneo
Equipo de Autoinmunes en la Mujer.
Los anticuerpos del sistema inmunológico tienen cuatro reacciones posibles frente a los antígenos (factores o agentes extraños que entran en el organismo). Ellas son la “aglutinación”, la “precipitación”, la “opsonización” y la “neutralización” a partir de las cuales el objetivo es bloquear y destruir al “patógeno”. Ya profundizaremos en otros artículos sobre las razones y motivos por los cuales las defensas psicoinmunológicas no son del todo efectivas en las autoinmunes. Aquí nos queremos detener en un punto importante que nos permite llegar a comprender por qué los anticuerpos se activan con las emociones (ajenas) o “frente” a las emociones del otro, en el cuerpo.
La “opsonización” es una reacción de los anticuerpos donde “se marca” al antígeno, al factor patógeno, se lo identifica para que se desplieguen los demás anticuerpos y puedan bloquear, neutralizar o destruirlo. Hasta aquí fue todo lo técnico, necesario, para darle la base de claridad y profundidad a lo que vamos a plantear a continuación.
Los anticuerpos, a través de la “opsonización” identifican la emoción que genera “esa situación” de conflicto externa, en el cuerpo. No hay un agente patógeno como ser un virus o una bacteria que entra en el organismo, es la emoción la que activa esta reacción del sistema psicoinmunológico y a través de la “opsonización” detecta esa intromisión en el cuerpo y activa las defensas. Ya no es la “situación” la que desencadena la reacción del sistema inmunológico sino que es “la emoción”. Y esto abre la cuestión hacia lo autoinmune porque esa emoción se activa no sólo frente a la situación, sino frente a la repetición de la misma y frente al recuerdo de lo sucedido.
Y se agrega un punto más, clave e importante en todo esto. Al queda anulada la discriminación entre la situación y la emoción (provocada por esa situación), ahora el problema pasa a ser “esa emoción” y aquí se mezcla con las emociones propias. Es decir, que la “emoción desencadenada por la situación” se mezcla con la “emoción propia de la persona” (enojo = enojo) entonces se vuelve a perder la discriminación entre las emociones propias y las del otro; lo que este equipo siempre ha marcado como importante que es la filtración de las emociones del otro en el propio cuerpo, en la propia identidad. Entonces, el resultado es que se confunden, mezclan o mimetizan las emociones ajenas con las propias y como se habían activado los anticuerpos frente a las emociones del otro (frente al enojo del otro que yo siento en mi cuerpo), entonces ahora también se activarán los mismos anticuerpos frente a mis propias emociones (y no sólo frente a sentir yo las emociones del otro en mi cuerpo), a lo cual se le suma el carácter y la potencia de la personalidad.
Esto explica el aumento elevado de los anticuerpos en las mujeres con autoinmunes. Esto explica la reacción física (del sistema inmunológico) frente a las emociones, la activación de los anticuerpos específicos (de los cuales hablaremos en otros artículos) frente a cada emoción específica y de manera independiente de la situación que haya desencadenado esas emociones, porque ya se mezclan con las emociones propias.
Es decir, que si mi cuerpo ha generado anticuerpos frente a la sensación física del enojo (emoción) del otro, entonces también se van a activar frente a mis enojos, generando una elevación de los anticuerpos para bloquear, neutralizar o destruir esa emoción, porque la reconoce como un agente patógeno, sin discriminar si esa emoción en parte es propia.
Un paso clarificador que ratifica la dinámica por la cual los anticuerpos se activan y elevan su carga frente a la aparición de las emociones, especialmente de las negativas; aunque ya sabemos que no sólo se trata del enojo.
Hay, también, otras que despiertan y activan los anticuerpos.
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