el efecto pasa de uva

Descripción de la publicación.

4/30/20243 min read

Efecto “pasa de uva”.
Entregar los recursos al otro en las Autoinmunes.

Escrito por: Lic. Juan Cruz Cúneo
Equipo de Autoinmunes en la Mujer.

Algunas personas lo dan todo, a tal punto que no se dan cuenta de las consecuencias en su cuerpo, en su identidad, en su energía personal. Después, se preguntan o se quejan de la falta de vitalidad, de fuerzas o de ganas para hacer las cosas. EL efecto “pasa de uva” es mucho más frecuente de lo que muchos se dan cuenta y su efecto hace estragos internos, de manera silenciosa, hasta que es un poco tarde.

Hay un enorme error en el concepto de “entrega” que se usa en las relaciones interpersonales y que se ha extendido hacia el ámbito laboral y familiar. Muchas se sienten egoístas si no lo entregan todo y eso implica dar hasta lo que no se tiene, ir a donde no se quiere, ponerle “onda” cuando no hay estado anímico o fuerzas para hacerlo; hacer sacrificios o creer que lo único valioso es el esfuerzo. Todo ello lleva de manera directa al efecto “pasa de uva” que es la pérdida total de la energía personal en función de drenarla hacia afuera, principalmente hacia otro. Pero no solo se drena la energía, también se drenan los recursos, las capacidades, la autoestima, la valoración y el reconocimiento. Se pierde mucho más de lo que se dan cuenta, en una convicción que se sostiene sin medir las consecuencias. Y genera mucho daño.

Una consecuencia muy a la vista es que la otra persona (el destinatario) va incrementando su seguridad y confianza (sin tener los recursos ni las capacidades suficientes) a costa de la valoración y la energía de la persona emisora de esas virtudes. Puede suceder en la pareja, en la relación entre una madre y su hija, entre un padre y su hijo; entre un jefe y su subalterno. Sucede todo el tiempo y, lamentablemente, la gran responsabilidad es de la propia persona que está convencida que las cosas deben ser así, dar todo es de “buena persona”, es “no ser egoísta”, hay una falsa humildad que se juega, hay un alivio en la entrega porque la finalidad última es debilitar el propio carácter para que las reacciones de enojo no se sucedan, porque le incomoda poner límites.

Muchas mujeres llevan esta dinámica al extremo y sucede especialmente en quienes tienen algún diagnóstico de autoinmune, especialmente en función a sus familias cercanas, madres o hermanas y en las parejas. Una sumisión completa cuando no tienen personalidades sumisas, una devoción al maltratador que no se explica; una fantasía de que el otro puede (con los recursos de ellas) cuando la realidad les muestra las carencias a flor de piel. Un freno al propio crecimiento que intenta dejar que el otro gane para no humillarlo. Así activan sus defensas contra sí mismas para frenarse, anular, no responder, no reaccionar, no poner los límites que deberían, no desplegar el carácter y la personalidad que tienen. Por miedo a su propia potencia le entregan toda esa vitalidad al otro.

EL resultado es el cansancio extremo, provocado por el accionar de las defensas para adentro (condición autoinmune que tienen muchas personas más allá de no tener el diagnóstico ni los síntomas) y por la transferencia generosa de toda la vitalidad personal y de las virtudes. En lo cotidiano este cansancio se va traduciendo en una limitación que crece día a día, que entorpece el disfrute (lo primero sacrificado) y que llega hasta opacar a la propia persona y su imagen propia. Prefiere enfermarse para salvar al otro, que ser ella misma y que los demás hagan lo que puedan con sus propias vidas.

De niñas les han inculcado la entrega y la devoción para frenar su crecimiento y evolución; sin darse cuenta que activan una secuencia delicada para el resto de sus vidas, cuya consecuencia es el efecto “pasa de uva” y la pérdida completa de la propia vitalidad.

Desvitalizarse por otro no lleva a ningún lado, solo va a haber reclamos porque es otro se acostumbro a recibirlo todo y cada vez hay menos disponible. Se afecta la autoestima, porque se ven debilitadas y envejecidas, no siendo las que siempre quisieron, no pudiendo desplegar la propia energía porque sienten culpa, enseguida, más los reproches de quienes están al lado (sean compañeros de trabajo, hermanas o amigas, o incluso una madre).

EL cansancio, la pérdida de vitalidad, la repercusión en la valoración y la autoestima, las limitaciones físicas y emocionales, el achicamiento de la propia vida y el encierro de los espacios son algunas de las consecuencias que se desencadenan por esta dinámica, errada en su concepción y con daños a largo plazo.

Incluso hasta enfermarse, por otro.

¿Estás cansada? Fíjate a quien le estás entregando lo mejor de tu vida.