el dormir
Descripción de la publicación.
El dormir.
Efectos colaterales en las autoinmunes.
Escrito por: Lic. Juan Cruz Cúneo
Equipo de Autoinmunes en la Mujer.
Uno de los mayores problemas que se generan en estos padecimientos no siempre es considerado un síntoma, muchas veces es una consecuencia y se minimiza recetando alguna pastilla. El dormir. Un tema recurrente cuyas secuelas se expanden durante el día. Un tema del que poco se habla porque, al lado de los síntomas, pierde importancia y urgencia. Sin embargo, es una cuestión vital de la cual vamos a intentar arrojar un poco de luz. Y valor.
El dormir se altera principalmente por los dolores, a primera vista y con una lógica lineal, entendible y respetable, pero un tanto superficial. En el sueño se producen procesos de suma importancia para el psiquismo, las emociones y el cuerpo de la persona con autoinmune. Allí se suceden tantas cosas que desconocemos, pero están al alcance de nuestras manos. Procesos que debemos comprender para entender y dimensionar su importancia, porque en la noche se bajan las defensas y las emociones se liberan; justo el principal problema de estas mujeres. Hay quienes se despiertan con las manos agarrotadas y doliendo de tanto haberlas apretado durante la noche, en un intento obsoleto de mantener el control desde lo físico.
Otras amanecen de golpe, con un espasmo o una bocanada de aire que agobia; casi como si hubieran entrado de golpe en su cuerpo y se hubieran conectado con el dolor que allí se encuentra. El susto y el miedo, se encienden las alertas de manera repentina. Empezó el día de la peor manera.
Hay quienes tuvieron toda una noche de recuerdos y pesadillas, con esas personas que la memoria no quiere olvidar y los recuerdos duelen al recordar. No han descansado nada, se sienten agotadas como si hubieran corrido una maratón durante la noche. Sin saberlo, han recorrido su historia plagada de recuerdos dolorosos y, seguramente, le han dicho a cada uno las cosas que nunca les dijeron.
Están quienes no se quieren volver a despertar, porque encuentran en el dormir esa desconexión que les da alivio, esa negación que les permite soñar con otra realidad distinta. El problema es el despertar, donde la realidad golpea sus párpados para abrirles los ojos, para quitarles el velo.
Y están quienes no encuentran consuelo y el insomnio las acompaña toda la noche hasta la madrugada, quitándoles su energía y su vitalidad, agotándoles las fuerzas para continuar y robándoles el sentido y el “¿para qué?” de todo este esfuerzo.
Nadie les ha dicho que por la noche se sueltan las amarras y las defensas no dejan a nadie de guardia. Las emociones se sueltan, se bajan las barreras y todo lo contenido sale, a borbotones o de manera punzante, con toda su potencia y con toda la intensidad que no querían que nadie viera. Allí se sueltan muchas verdades que se quieren esconder, allí salen aquellas emociones que, durante el día, se intentan controlar. Allí se saben fuertes, intensas y contenidas con todo un mundo que se suelta, aunque no quieran, durante la noche donde nadie ve nada.
El dormir se agita porque el vivir se está neutralizando. El dormir se perturba cuando las emociones no se dejan salir y no van hacia quien es su verdadero destinatario. En esos momentos es cuando, de verdad, dejan de ser autoinmunes.
Allí es a donde hay que investigar, lo que realmente les pasa, sienten y guardan para cuidar a los otros.
Aunque eso les quite el sueño.