El dolor y el sufrimiento.
En las Autoinmunes.
Autoinmunes en la Mujer
Escrito por: Juan Cruz Cúneo.
No siempre los diferenciamos pero es importante comprender que no son lo mismo, especialmente si hay un diagnóstico de Autoinmune. El dolor es lo que se genera a partir de los síntomas, es lo que manifiesta el cuerpo, es esa sensación de ruptura, ese puntazo, esa aguja que se clava, ese retorcijón que te dobla, esa herida que se abre, esa lastimadura que arde. Detrás hay un dolor emocional que se origina en un vínculo, es igual de doloroso; de hecho es lo que determina y provoca la aparición de ese síntoma (es una de sus partes).
Y está el sufrimiento que es todo aquello que está alrededor del dolor, incluso puede estar antes que aparezca. El sufrimiento siempre es mental y provoca emociones muy ligadas a la letanía, a la cronicidad; vinculadas a esa sensación de que no pasa el tiempo, de que “esto no se va a terminar”. El origen del sufrimiento no está necesariamente en un dolor, sino en las palabras que lo envuelven, en los dichos de ese profesional que dice que “esto es para siempre”, en lo que se lee y que condena. El sufrimiento, podríamos decirlo así, se genera en las palabras, en la comunicación, en los gestos del otro. Y se adhiere al dolor y juntos forman el cuadro que nos enferma.
Puede haber un sufrimiento anterior al síntoma, claro que sí. Y ese sufrimiento puede estar ligado al silencio, a las actitudes de desvalorización del otro, a esa descalificación sutil pero que lastima; puede estar vinculado al temor, al miedo, a la tensión en un clima familiar hostil o agresivo; está relacionado con la violencia, pero más que nada, con la capacidad de daño del otro. EL sufrimiento puede no generar dolor, pero sí puede lastimar igual que él.
En las mujeres con estos diagnósticos, en general, encontramos al dolor asociado solamente con el cuerpo, con los síntomas, con las consecuencias de ellos; puede estar en forma de malestar, de heridas, de sensaciones desagradables del cuerpo. Y el sufrimiento siempre aparece ligado a las palabras del profesional, a las condenas que han recibido junto con el diagnóstico, al futuro desesperanzador que les suelen proyectar; y se unen el dolor y el sufrimiento en las limitaciones que se van generando, no sólo a partir del cuerpo, sino de los pensamientos y las emociones que las van encerrando en un mundo cada vez más pequeño.
Lo paradójico es que tanto el dolor como el sufrimiento se originan en otro. Son parte de lo que sucede en un vínculo; en el originario que empieza a lastimar y a doler emocionalmente, como en las otras relaciones que se van sumando en este camino, sean familiares, parejas, amigos, hijos y el profesional. La conjunción entre el dolor y el sufrimiento genera un daño enorme en estas mujeres, en la mirada que tienen de ellas mismas, en lo que pueden ver de sus vidas y en lo que se ha transformado, lo que es hoy su vida cotidiana cuando, antes, eran mujeres muy activas y fuertes. Ese sufrimiento las hunde, aún más, en el dolor; las encierra en un espacio reducido, las limita en su campo de acción (o por lo menos es lo que creen y les hacen creer).
Pero no es cierto, el dolor se puede remitir cuando empezamos a trabajar el sufrimiento. El dolor se puede disminuir cuando empiezan a entender de dónde se origina. Y desarmar ese pacto entre el dolor y el sufrimiento es la clave para empezar a cambiar, para desmantelar ese andamiaje que se fue armando con el tiempo y los años, hasta hacerles creer que “esta” es la vida que van a tener.
Todo empezó en otro, tanto el dolor como el sufrimiento. Y eso puede cambiar, empezando por vos, por comprender y entender, por saber e ir profundo a desarmar ciertas alianzas vinculares.
Allí donde todo ha comenzado, es donde va a terminar.
La estructura de dolor y sufrimiento en las Autoinmunes se puede trabajar y remitir ambas, en sincronía.