el cansancio
Descripción de la publicación.
El cansancio.
Por el uso extremo de las defensas para contener las emociones.
Escrito por: Lic. Juan Cruz Cúneo
Equipo de Autoinmunes en la Mujer.
Hay un síntoma muy presente en la gran mayoría de las mujeres con autoinmunes. No suele ser explicado por la Medicina ni los profesionales, aunque se lo adjudican a casi todos los diagnósticos. Su presencia es característica común y su explicación, para este Equipo, se encuentra en otro lado muy distinto. A la vista de todos, si es que se mira en profundidad. Todos creen que el cansancio se produce por una pérdida de vitalidad, porque les falta energía, porque el dolor agota las fuerzas. Nadie mira lo esencial, la clave de lo autoinmune, el gasto de energías que generan las defensas actuando a estos niveles; incluso la acción de los anticuerpos elevados en cifras que se reflejan en el laboratorio. Cada célula gasta fuerzas y más si están defendiendo.
Pero la cuestión no termina allí, las emociones también consumen mucha energía y más cuando se trata de las emociones negativas; ese torrente de enojo, esa furia que empuja, ese calor ardiente que se siente en las manos y en el pecho; la angustia cuando oprime profundo y pesa como una tonelada; las descargas a los gritos, las tensiones contenidas en el maxilar, en los músculos, en las articulaciones. Todo es un enorme gasto de energía. Pero hay una causa más y es la sumatoria de ambas, la puja entre las emociones que quieren salir y las defensas que las frenan; allí, en esa zona, esa tensión permanente gasta muchísima energía vital y es agotadora la pelea constante entre que salgan y el impedimento, entre la bronca y el miedo. Y si le sumamos los pensamientos que se despiertan y van a mil por segundo; el cuadro se completa.
El cansancio se produce por todas estas corrientes emocionales, defensas, y fricciones que se debaten dentro del propio mundo, no sólo a nivel físico sino psicoemocional; en un todo permanente; a lo cual se le suma continuar con la vida cotidiana, las responsabilidades, las tareas, los otros, la supervivencia, el día, las relaciones y los imprevistos. Un combo que se termina de completar si le sumamos, en el caso de las mujeres con autoinmunes, a la sobreexigencia y la sobreadaptación; dos fuentes agotadoras de las reservas, porque ambas generan mucho esfuerzo y quita las energías extras, las que se guardan o almacenan por las dudas; para que haya un resto cuando se sucede un imprevisto o alguna sorpresa.
Y muchas se quejan al llegar la noche del cansancio que tienen que no pueden levantar los brazos. No se detienen ni un rato a repasar su día, no sólo lo que han hecho porque pueden argumentar que han estado tiradas en la cama sin moverse; pero sus pensamientos seguramente han dado varias vueltas al mundo; sus emociones han explotado como volcanes a cada rato, con algún mensaje, con una actitud del otro o con cualquier recuerdo; sus enojos han emergido con las fuerzas de varios terremotos y no asumen que todo eso agota sus energías. Se miran en el espejo y se recriminan el cansancio, es decir, queman las pocas reservas que quedaban en el reproche. Al día siguiente no se pueden ni levantar de la cama, son conscientes de las pocas energías y las vuelven a gastar (casi diríamos desperdiciar) en el enojo contra ellas mismas. Otra vez el círculo vicioso, a mil por segundo, que consume lo que ya escasea.
El cansancio no es un indicador más de los diagnósticos específicos de algunas autoinmunes; es el resultado de la dinámica de las defensas actuando hacia adentro, en la contención de las emociones, por el desvío de las energías, por la producción de síntomas, mientras los pensamientos no paran; además de llevar adelante el día, con toda la historia encima, y cada recuerdo que pesa como si fueran millones.
Y cometen un error enorme cuando sienten que hay energía, que ha vuelto, la gastan de manera apresurada antes que se vuelva a agotar. Obvio, les dura sólo un rato; mientras van saciando a la autoexigencia van agotando las reservas, esas poquitas que se habían recuperado por el descanso mental y emocional.
Esa sobreexigencia que caracteriza a la mayoría, es una fuente eterna de consumo de energía. Y es la gran productora del cansancio.
Y por el uso extremo de las defensas contra las emociones.
Ya saben, dónde está el cambio que pueden hacer si es que quieren volver a sentirse energizadas.