cuerpo debilitado persona contenida

Descripción de la publicación.

5/1/20242 min read

Cuerpo debilitado, persona contenida.
Autoinmunes.

Escrito por: Lic. Juan Cruz Cúneo
Equipo de Autoinmunes en la Mujer.

Hay un cuerpo que se muestra y parece muy debilitado, sin fuerzas, sin energía. Su apariencia es engañosa incluso para su propia dueña que cree en los síntomas que tiene. Cree en lo que sienten las sensaciones de su cuerpo y desconfía de su adentro, porque ya no escucha a sus emociones. Este cuerpo se evidencia cansado, con sueño, sin voluntad de hacer ningún movimiento. Esta persona está tan contenida, tan frenada que se queda, aparentemente sin energía. Lo cual no es cierto.

Es uno de los síntomas más frecuentes en determinadas personas con autoinmunes e, incluso, con algunos otros diagnósticos y, más que nada, se encuentra en determinadas etapas del recorrido con esta carga. El cansancio físico es agotador pero confunde mucho sus motivos y consecuencias. Hay muchas maneras en que el cuerpo se muestra cansado, pero sus causas son muy distintas y la gran mayoría no se da cuenta de ese origen.

Muchas mujeres hacen un enorme esfuerzo durante años y no lo asocian a esta consecuencia. Muchas, la gran mayoría, ya no registra sus emociones y cree que el cuerpo traiciona al agotar sus fuerzas, en vez de poder identificar el embate interno que hay entre sus emociones y las defensas; entre las intensidades que se quieren expresar y los pocos (o nulos permisos) que hay para hacerlo. Un embate cuerpo a cuerpo, una lucha interna que se desconoce y se niega, una batalla campal entre los miedos y las barreras, entre las resistencias y las ganas; todo por cuidar (una vez más) al afuera de uno mismo. A los otros por sobre vos misma.

EL cuerpo cansado y debilitado profundamente en sus fuerzas habla, la gran mayoría de las veces en el mundo de lo autoinmune, de una persona contenida, frenada, que anula los canales de expresión de sus emociones a costa de sí misma, a costa del cansancio enorme que genera estar bajo control todo el tiempo. Salvo por las noches, donde las fieras se sueltan y las inmensidades emocionales generan todo tipo de sueños. Donde solo queda la última barrera de control y vigía, el insomnio. Pero esta persona contenida, esta mujer que no se permite expresar lo que siente, batalla todo el tiempo y con todas sus fuerzas dentro de sí misma. Y eso es agotador. Agota a niveles profundos, donde se plantean diagnósticos confusos como la fibromialgia o la fatiga crónica, cuyas razones y motivos reales están en esas instancias de freno, de anulación y de control de la expresión para que nada se salga de su lugar.

Agotan sus fuerzas de verdad. Agotan sus vidas para no expresar, para cuidar a los otros de su carácter y personalidad. Agobian sus cuerpos con una lucha que debería darse afuera, en un debate entre los otros y cada una de ellas, cada una de ustedes. Pero no, hay una decisión interna de preservar a los demás y, sin saberlo ni asumirlo, pagar el costo físico de la pérdida absoluta de las fuerzas. Y de la vitalidad.

Ponen en riesgo sus vidas, con tal de preservar a los otros de lo que ellos han generado. Cuestionan el sentido de sus vidas pensando que, así, no podrán ir a ningún lado ni construir la vida de sus sueños. No se dan cuenta que fuerzas no les faltan, solo están ausentes los permisos para expresarla, para externalizarla, para dejarla salir y que esa intensidad construya la vida que quieren, con quienes quieran.

Una persona contenida a estos niveles es una persona que se debilita hasta el cuerpo.

Y pierde las fuerzas para vivir, sin darse cuenta que está cuidando a otros.