autoexigencia emocional
Descripción de la publicación.
Autoexigencia Emocional.
Una condición autoinmune.
Autoinmunes en la Mujer
Escrito por: Juan Cruz Cúneo.
Es un rasgo muy característico en las mujeres con diagnósticos de Autoinmune, aunque también se observa en muchas otras personas que no tienen estos diagnósticos. Así como se ha definido a la “inteligencia emocional”, también podemos definir ahora a la “autoexigencia emocional” como esa condición que implica incrementar la presión (mental) sobre la vivencia de las emociones, de una manera restrictiva, limitante, obediente y cuyo objetivo termina siendo priorizar el cuidado del otro y del vínculo por sobre el costo emocional que esto implica.
La “autoexigencia emocional” se siente como una voz interna, en la mente, pero en realidad es un aprendizaje temprano que se desarrolla a lo largo de los años y es una distorsión de la “autoexigencia”. La finalidad de esta “condición” es la de frenar y controlar todas las emociones, sus expresiones, externalizaciones y vivencia para preservar el vínculo y cualquier circunstancia que pudiera ponerlo en peligro, incluso se resguarda al otro. Esta autoexigencia, a diferencia de la ya conocida no tiene como objetivo el mejor desarrollo de la persona o de alguna de sus capacidades, sino que apunta al control absoluto de las emociones para frenar cualquier externalización que pudiera interferir en la actividad diaria (trabajo, actividades, estudios) o que pudiera poner en peligro al vínculo con otro cercano.
La mecánica interna que se va desarrollando es la anulación consciente de toda emoción, para neutralizar sus expresiones. Así se construye la idea (o concepción) de peligrosidad de las emociones por lo cual se busca evitarlas a toda costa. En la vida adulta, esta concepción se ha ido profundizando de tal manera que la persona ya intenta por todos sus medios no sentir, ni generar situaciones que pudieran desencadenar emociones, incluso las positivas. Son personas que se terminan alejando de los elogios, de los reconocimientos, de las situaciones satisfactorias y gratificantes, incluso de los logros con tal de no emocionarse. Y logran “acomodar” los argumentos para llegar a pensar (y así lo fundamentan) que sentir es exponerse, que es un signo de debilidad, que las incomoda, que no les gustan incluso.
La “autoexigencia emocional” es una presión interna que se va incrementando con los años, para mejorar la sobreadaptación a los otros, en los vínculos; para neutralizar y tapar las emociones, especialmente las negativas; con tal de sofisticar, aún más, sus recursos adaptativos y sobreempatícos, anulando y restringiendo (especialmente para ellas mismas) toda emocionalidad, por ende, toda posibilidad de placer y disfrute; toda posibilidad de que les expresen los demás sus emociones y sentimientos, y van reduciéndole el espacio hasta solo permitirse llorar, por ejemplo, con una película. Lo cual, muchas veces, les genera una sensación de incongruencia que tampoco entienden, de sí mismas.
La “autoexigencia emocional” recae exclusivamente sobre las emociones, sus vivencias y sus expresiones; lo cual las vuelve mujeres aparentemente frías o distantes, cuando en realidad son sumamente sensibles y empáticas; las vuelve personas más racionales con una corporalidad muy cargada y llena de síntomas, que expresan lo que ellas no se permiten. Es una condición que se desarrolla. La “autoexigencia emocional” solo es restrictiva para sí misma, lo cual las hace sumamente vulnerables a las emociones de los otros, tanto por la sobreadaptación, como por la sobreempatía y porque la autoexigencia es hacia adentro. Así, bajan la guardia y las defensas se vuelcan para el territorio emocional propio, dejando la puerta abierta de las fronteras para los demás.
Como toda “autoexigencia” viene con autocastigos, frases muy crudas que remarcan la debilidad, los errores, las falencias; lo cual va generando una gran distorsión de la propia imagen de la persona, especialmente de su mundo interno, y muy en particular sobre la vivencia de sus emociones. Los autocastigos de la “autoexigencia emocional” son muchos más restrictivos que los de la autoexigencia mental, generan mucho más daño y pueden llegar a genera síntomas (autoinmunes).
Por esto, es un rasgo de la personalidad de muchas mujeres que tienen estos diagnósticos, especialmente en quienes están comprometidas las articulaciones y los síntomas más delicados, dolorosos y abrasivos.